miércoles, 29 de noviembre de 2017

VÍA FERRATA DE LOS ALBERCONES; un lugar divertido.

   A veces ocurre, no muchas, menos de las que deseamos, pero sí, alguna que otra vez pasa.... 
Suena el despertador, y al echar el pie fuera de la cama, siento buenas vibraciones. Algo o alguien dentro de mi interior, me dice "hoy vas a tener un buen día". Me estoy vistiendo y me dan ganas de colocarme la camiseta de Superman, con capa incluida, lástima que me queda un poco pequeña, que si no, me la ponía. Y es que hoy, durante algunos segundos, me lanzaré al vacío y volaré. Bien asegurado.... pero volaré.
   Es mi estreno en el mundo de las vías ferratas, una actividad a medio camino entre el senderismo de montaña y la escalda, un deporte que nos permite a los senderistas, sin vértigo, catar un pequeño sorbo, del elixir que los escaladores degustan hasta la saciedad.... ¡No se diga más y vámonos pa' ya!

Los integrantes de la actividad, de atrás a delante; Jeromo, Baldo, Juan, un servidor y Pedro.
   
   En el mes de octubre, la Diputación de Málaga ha presentado las nuevas actuaciones con las que pretende potenciar el turismo activo en el entorno de El Chorro y, una de ellas, donde se han gastado 15.600 euros, es la Vía Ferrata de los Albercones.
   El que está bajo este párrafo, es el panel informativo que vemos al comienzo de la vía ferrata. En él, podemos leer que la vía fue bautizada con el nombre de "El Chorro", pero es conocida con el nombre de "Los Alercones". Es una forma de "liar la marrana" desde el comienzo. Otra observación es que en el último punto del texto, donde se consideran imprescindibles el uso de disipador, casco, arnés y guantes, yo añadiría también, una tercera baga para el anclaje a la tirolina y una polea homologada. Además en el caso de ir en grupo, y llevar sólo una polea, que es lo normal, seria necesario una cuerda de almenos 40 metros para recuperar dicha polea.
   Ahora comencemos con el relato:

Panel informativo al comienzo de la vía.
   
   Esta vía ferrata está equipada con diverso material, entre los que se incluye un cable de acero (linea de vida) de 650 m., que es el total de la vía ferrata. Podríamos decir que es nuestro cordón umbilical con la madre tierra. Vamos unido a él obligatoriamente, y perderse es imposible, pero donde sí podemos perdernos, a nosotros nos pasó, es buscando  el inicio. No vimos ninguna indicación en la zona. Por eso, intentaré explicar lo mejor posible, como llegamos nosotros.
   Nosotros llegamos a la aldea de El Chorro, pasando por la presa del Tajo de la Encantada, y en el primer cruce, después de pasar la presa, tomamos una curva ascendente a la derecha de casi 180º ¡ERROR, y vuelta! Lo que hay que hacer es tomar a la izquierda en ese primer cruce, y seguir las indicaciones que nos llevan al punto final del Caminito del Rey. Allí encontramos la Oficina Municipal de Turismo de Álora y un aparcamiento (no muy grande), donde dejamos el coche.
   Nos colocamos las mochilas y nos pusimos en marcha dispuestos ha hacer la aproximación. Pasamos por la puerta de la Oficina de Turismo en el sentido contrario al que traen los visitantes del Caminito del Rey. Vamos junto a una valla a nuestra derecha, y cuando esta termina, tomamos un sendero, algo difuso, también a la derecha, que sube en fuerte ascenso y casi en linea recta. Este cuestarrón nos llevó a la altura de la vía del tren, y nos vino muy bien para entrar en calor. Echamos una ojeada al lugar, y más pronto que tarde, vimos que nuestro destino se encontraba junto a la boca del túnel que está a la derecha. 
   Hay más formas de llegar, no me cabe la menor duda, porque en el lugar había coches, pero esta que hicimos, me pareció muy acertada para la vuelta.

Al final de esta valla, comenzamos a subir por el sendero.

   Una vez en el lugar apropiado, salimos a escena ata-via-dos con el arnés, el disipador, los guantes, el casco y ropa cómoda. Además de algunas cosa más que fueron imprescindible como dije anteriormente.
   Antes de empezar a subir, Juan nos aclaró, especialmente a mi, por ser "el novato", el método para ir remontando metros con el mínimo esfuerzo, que es; tratar de pasar la mayor carga posible a las piernas y dejar descansar los brazos. También nos dijo que nada de correr, que disfrutáramos del momento y que admiráramos el paisaje. Y echando la vista atrás, vimos la impresionante chimenea de equilibrio, o pozo de oscilación, del Embalse Superior Tajo de la Encantada, levantada en lo más alto de un picacho.
   
Vía del tren bajo pórtico, posiblemente como protección a la posible caída de piedras.

Juan, estudiando la vía.

   
   Al comienzo de la vía, nos encontramos un resalte que, sin llega a pequeño extraplomo, nos pone en alerta y nos demanda la máxima concentración, por lo menos a mi, que sin estar acostumbrado a torear en estas plazas, me puse más tenso que Spiderman en un descampao....y cuando me doy cuenta, llevo los brazos engarrotados y las piernas temblonas, y me digo a mi mismo: "con esta actitud no llegas al final, ¡relájate!"

El pequeño resalte. 
La equipación de la vía está cuidada al detalle.

   Al poco, vamos familiarizandonos con la actividad, y al mismo tiempo, vamos disfrutando de distendidas charlas que amenizan la subida. El lienzo que se presenta al volver la mirada, se va ampliando, plasmando a nuestras espaldas un cuadro multicolor de extraordinaria belleza.
   Comprobamos con satisfacción, que la vía se integra muy bien en el terreno, que se aprovechan las grietas, las rocas y los resquicios de estas, para ir progresando. También decir que, en algunas zonas, el terreno está muy fraccionado y existen muchas piedras sueltas, por lo que extremamos las precauciones y dejamos una distancia prudente entre nosotros. 

Juan, siempre atento a nuestros movimientos
¡Momento foto! o.... ¡un momento "maquinas", que voy hacer una foto!
   
   Casi sin darnos cuenta, se presenta ante nosotros la ansiada tirolina. Baldo es el primero que se lanza,  le sigue Jero. Tienen experiencia y ni siquiera se lo piensan. El siguiente soy yo. Me toca "volar", tirarme al vacío. Es una experiencia nueva para mi. Coloco un cabo del disipador en el cable de vida y el otro en el de la polea. Compruebo que me falta el tercer cabo, pues el cabo de anclaje corto del disipador no llega bien a la polea. Lo solucionamos enlazando varias cintas expréss que me coloca Juan. Me preparo para el salto. Me doy cuenta que no hay que pensarlo, que lo que hay que hacer es hacerlo. Tomo la escasa carrerilla que la pequeña plataforma me permite, y me arrojo al viento, ansioso de ser por unos segundos Superman. Jejejej. La experiencia es gratificante. "He volado". Me ayudan mis compañeros a incorporarme, y, descubro con sorpresa, que los 35 metros, de tirolina, me han sabido a muy poco, pero estoy feliz. Feliz como un niño con un juguete nuevo.  
   
Preparación de Baldo en la tirolina.

   Le llega el turno a Pedro, "el abuelo". Lo hace con destreza. Se ve que le gusta y que no es su primera vez. Se ayuda un poco de brazos al llegar, igual que hicimos los demás. Lo felicitamos y ponemos los ojos en Juan. Cuesta trabajo distinguirlo en la roca, pero está allí recogiendo la cuerda.
    
Pedro, a punto de "levantar el vuelo".
   
   Juan termina de recoge la cuerda, la suelta de la polea y....¡vualá!, se le escapa la dichosa polea. Esta se desliza por el cable parándose a unos 10 m. Las maldiciones no se hacen esperar. Movemos el cable desde las dos puntas, pero la polea ni se inmuta. ¿Qué hacemos? Nosotros, los del otro lado, nada de nada, tan sólo miramos. Juan se afana en alguna idea que pronto veremos el resultado. Sin decir nada, decide pasar la tirolina a la antigua, es decir, enganchándose al cable directamente con el mosquetón, con la diferencia de que los mosquetones actuales no son de hierro y son bastante menos robusto que antaño.
   Al verlo colgado se me hiela la sonrisa y hasta la sangre. Ha llegado hasta la polea. Está parado en el vacío. Eleva las piernas y las cruza por encima del cable. Su intención es enganchar la polea para continuar deslizándose con ella, pero no ha dejado un cabo suelto para hacerlo. A pulso y con mucho esfuerzo sube el cuerpo, se suelta de una mano y desengancha el elemento de amarre del cable. Con sacrificio logra enlazarlo a la polea. Descansa aliviado. Nosotros también. Estamos asistiendo, estupefactos, a una clase de "como no perder los nervios en los momentos difíciles". Seguimos en silencio. Ahora se ayuda de brazos para llegar hasta nosotros y, pese a estar entrenado y más fuerte que el vinagre de cooperativa, tiene que parar a descansar antes de alcanzar el final. Jero le ayuda a llegar. Está exhausto.     

Jero ayudando a Juan en los últimos metros.
   
   Una vez todos a salvo, la sangre vuelve a circular con fuerza. Descansamos un poco comentando el incidente, y seguimos subiendo por la vía como si nada hubiera pasado. Esto es como la misma vida: se solucionan los problemas y a seguir pa' lante.
   Al levantar la cabeza, vemos que el pintor ha vuelto a ampliar el cuadro. Ahora tenemos vistas de la aldea del Chorro, del embalse Tajo de la Encantada y de una central de bombeo que parece un buque surcando el pantano.

Embalse Tajo de la Encantada.

   La vía, se hace menos vertical conforme vamos llegando al puente tibetano. Se alternan zonas verticales de grapas y tramos en travesía bastante aéreos.  

Travesía en horizontal.

Baldo llegando al puente tibetano.


   El puente tibetano es corto, tiene unos 15 metros. Vamos andando sobre un cable y agarrándonos con las manos a otros dos que tenemos a ambos lados de la cadera. No nos ofrece mucha dificutad, pero el viento que circulaba en ese momento le dio un punto de inestabilidad a nuestro paso. La verdad es que fue divertido y nos tranquilizó pasarlo sin ninguna contrariedad. 

Baldo abriendo camino....
y a continuación los demás
   
   Lo próximo que encontramos es una subida en vertical de 50 m. y una pequeña bajada de 6 hasta el siguiente puente.

Tramo vertical.
¿Un robado? Jijijijji
   
   El siguiente puente es distinto. Se trata de un puente nepalí o de mono. Es bastante más movedizo que el tibetano. Tiene un cable para andar, otro por encima de la cabeza para agarrarse y un tercero de linea de vida. Su longitud es de 30 m. y tiene unas vista espectacular sobre el embalse. Todos lo pasamos sin dificultad, aunque unos con más estilo que otros. Es natural. Algunos lo llevamos en los genes.

Pedro, estilo funanbulista.
Juan, estilo payasete.
 
   Pasado el puente, subimos unos 15 m. y llegamos al punto más alto de la ferrata. No pudimos evitar soltarnos de la linea de vida para seguir subiendo hasta lo más alto. El vernos sueltos, produce una extraña sensación doble. Por un lado está la libertad de no ir sujeto, y por el otro, está la sensación de no ir seguro. ¡Qué pronto nos acostumbramos a estar en la "zona de confort"!, pero merece la pena soltarse y hacer el pequeño cresteo sin ataduras, para sentirte libre como un pájaro.

Con las alas al viento.
La satisfacción era máxima.
 
   Elegimos este nido de águila para recuperar la energía gastada, ensanchar el espíritu, y al mismo tiempo, deleitarnos con el cuadro terminado y enmarcado en sus 360º.  

El momento es único y no tiene precio.
 
   Dejamos el "nido" y comenzamos a bajar por el lado opuesto al de subida. Es una travesía que baja y sube con vistas al desfiladero de los Gaitanes. Es bastante entretenida y disfrutona, pues no dejas de ver "el chorro" de personas que vienen del Caminito del Rey. Es alucinante el éxito que está teniendo esta pasarela peatonal.  

Comenzamos a bajar.
Admirando el paisaje.
Desfiladero de los Gaitanes.
 
   La vía ferrata termina con una bajada de 10 m. que se puede hacer rapelando o por grapas. Nosotros bajamos por las grapas. No tiene dificultad alguna. 
  Lo siguiente, es continuar por un sendero en dirección a una fuente que se ve con mucha claridad. A partir de aquí seguimos la senda mas evidente. No tiene perdida. En el camino nos encontramos un rebaño de cabras y ovejas pastando. Su pastor estaba muy entretenido mirando como un grupo, que venía detrás de nosotros, pasaba por el puente nepalí. Se ve que con esta actuación, de la Diputación de Málaga, todos salimos ganando, incluido el cabrero.   

Bajando por las grapas.
Fuente con pila de lavar incorporada.
El pastor.
Viaducto de Los Albercones, construido a principios del S. XX para el ferrocarril.
Otra panorámica de la aldea de El Chorro.
   
   La bajada enlaza con el final del Caminito del Rey. En él, nos mezclamos con los satisfechos caminantes que vienen de recorrer el desfiladero de los Gaitanes, y  juntos a ellos, recorremos los últimos metros antes de llegar al aparcamiento donde dejamos el coche.
         
En la bajada seguimos admirando el bonito paisaje.
Caminantes del caminito muy cerca del hermoso puente de los Albercones.  

   Han sido cuatro horas de diversión en una vía ferrata clasificada de dificultad K3 en la escala Hüsler , que va del K1 al K6, es decir, media. Estimo que hemos recorrido unos 5 km., pero no tengo el dato exacto. Lo  hemos pasado  de lo lindo y hemos disfrutado como niños.
   Pero la cosa no termina aquí, después le hicimos una visita al mirador situado en la carretera MA-5403. Es otra actuación de la Diputación de Málaga que ha costado 7.408 euros.

Un poco mas abajo del mirador, pudimos observar dos personas al filo del agua. ¿Es otra ferrata? Habrá que investigar.
    
   Tampoco terminamos aquí nuestro viaje. Después visitamos el Bar Restaurante "La Ermita" y nos dimos un homenaje para rematar el día. Tengo que decir que no fue barato, pero también tengo que decir que no fue caro. Destacaremos que nos sentimos como en casa y que el camarero nos trató como si fuéramos de la familia. ¡Eso vale mucho! Y lo mejor; lo bueno que estaba el "Plato Ermita". Tiene de todo, igual que la vía ferrata.

¡Qué mal rato!
"Plato la Ermita" a punto de ser devorado.

   
Y tampoco termina aquí.... 
en cuando llegué a mi casa,
 busqué en el armario el disfraz de Superman y su capa,
 me lo puse,
 recordé que había disfrutado como un niño,
alcé el puño en actitud de volar....
y el disfraz estalló por las costuras.

Fin. 

2 comentarios:

  1. me encanta manuel lo has descrito muy bien echamos un dia increible y por supuesto no sera el ultimo vendran muchas mas

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  2. Gracias, Juan, por despertar en mi una nueva afición. ¡Ya lo pagaras! Jejej.

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