miércoles, 20 de septiembre de 2017

BARRANCO DE RÍO VERDE; una jornada recompensada.

   Comienzo a pensar para escribir la crónica de este barranco, de sólo 2,3 km de recorrido, un mes después de realizarlo (las vacaciones estuvieron por medio) y me vienen a la mente los requisitos, las circunstancias, las renuncias, los preparativos, etc, etc, etc, que tuvimos que dedicar para poder llevarlo a cabo, y, compruebo que fueron muchas cosas, pues para poder realizarlo, previamente, tuvimos que encontrar el día adecuado, tramitar el permiso ante la Consejería de Medio Ambiente de Granada (tlef. 958 026 000-958 026 026), estar asegurado o federado, contactar con el porteador (Antonio/ tlef. 696 710 769) que nos llevaría al punto de salida y nos recogería en el de llegada, llegar a un acuerdo económico con él (80 euros), preparar el material y algo de comer, ponernos en camino a la 5:30 de la mañana, hacer los doscientos cincuenta kilómetros que nos separan, y lo más complicado; contar con un buen técnico deportivo en montaña y escalada, o mejor dos, como fue nuestro caso, con experiencia y conocimiento del lugar (un poquito de peloteo no viene mal)....y seguro que se me olvidan más cosas, así que llegados a este punto, uno se pregunta....

¿Merece la pena?


   Lo mejor será que os cuente la experiencia y vosotros estimáis si merece la pena.....o no.
   Los 250 km., que hicimos en coche, nos dejaron en el extremo sur occidental de la provincia de Granada, concretamente, en Otívar. Este pequeño pueblo está enclavado en la confluencia de los barrancos Lentegí y Juan Pérez con Río Verde. Se puede llegar a él por la carretera denominada de la "Cabra Montés", que comienza a unos 11 km. de Granada en el Puerto del Suspiro del Moro o subiendo desde Almuñécar. Nosotros llegamos desde Almuñécar.
  Lo primero que nos llama la atención, desde la serpenteante carretera, son sus escarpadas pendientes, y en ellas, el vergel exótico de árboles subtropicales como; el mango, el níspero, el aguacate o el kiwi, entre otros.
   Nuestro porteador, Antonio, y su "último modelo" de Land Rover nos esperaba en el "Bar el Capricho". Un bar dentro del pueblo que está en la misma carretera y tiene en frente un buen aparcamiento. Él nos llevaría muy cerca del Barranco de las Chorreras, el que sería nuestro objetivo para este sábado 19 de agosto.
   Nos subimos al vehículo con todo lo necesario y supimos lo que soportan las sardinas en latas. Comprobamos que el sentido de la orientación y el del tiempo se pierden por completo, pero el del humor se desarrolla.

Yo creo que mereció la pena por las risas....

   Llegamos....No se a donde llegamos, pero estaba muy cerca de la Fuente de las Cabrerizas, lugar donde empezaríamos el descenso. Por cierto, el Land Rover se portó de maravilla, subió la enorme cuesta de la carretera y bajó por la pista forestal sin un suspiro de lamento. Por algo había pasado la ITV, sin problemas, el día anterior.

por el ejercicio....
 
   En nuestro descenso a pie, nos sorprende gratamente lo abrupto del paisaje y la gran cantidad de pequeños y enormes barrancos que nos rodean. Pasamos cerca de la chorrera de la Cueva de Funes, y a la media hora de haber empezado a andar estábamos en la Fuente de las Cabrerizas preparados para hacer el descenso.

por las vistas....
   
   Pese a que madrugamos e hicimos la aproximación al barranco en el todoterreno, comprobamos que en la Fuente de las Cabrerizas, unión de los barrancos Madroñales y Cabrerizos, a las 10:30 h estaba llena de vida. Varios grupos estaban preparándose para hacer lo mismo que nosotros. Así que nos organizamos lo más rápidamente que pudimos, le pedimos a un voluntario que nos hiciera la foto de grupo y sin más preámbulos, nos metimos raudos en el agua. 

por el compañerismo....
Integrantes del descenso de izq. a dech.: David, María, Paco, Pau, Juanlu, un servidor e Ignacio.
Agachados de izq. a dech.: Troya y Antonio.
   
   Este barranco tiene la particularidad de ir aumentando la dificultad de menos a más. Cosa buena, pues nos vamos familiarizando con el medio y con la técnica, poco a poco.
   Al principio, el agua discurre tranquila, juguetona y saltarina entre las piedras, incluso no está fría, podría parecer que estuviéramos en un pequeño arroyo.
     
por la alegría....
por el rumor constante del agua....

   La primera dificultad es un mero trámite. Consiste en un saltito de un metro, pero al igual que en todo el recorrido, se puede saltar desde los laterales buscando más altura. 

por la grata experiencia....
por las indecisiones....
por las decisiones....
por la evasión....
por sus encantos....
   
   El lugar nos ofrece muchas posibilidades si vas con quien te las puede ir indicando (por suerte, es nuestro caso), y a medida que avanzamos se van alternando toboganes, rápeles y saltos. Es cierto que todo el barranco se puede hacer saltando a sus profundas fosas, pero algunos saltos imponen mucho respeto y lo hacemos rapelando.

por los colores....

   Hay toboganes de todos los estilos y grado de dificultad. Nosotros los vamos solventando como mejor nos va pareciendo, pero siempre haciendo caso de las recomendaciones y advertencias de nuestros técnicos deportivos; Juanlu y Paco. ¡Qué buenos somos y que buenos son!

por el riesgo....
por sus limpias y cristalinas aguas....
por su hechura....
por las sorpresas....
por la seguridad....
por su riqueza paisajística....
por el atrevimiento....
por la confianza....
por la camaradería....
por la diversión....

   De esta forma tan divertida llegamos a la cascada de la "Y" o "De Los Caños Cruzados". Desde lo alto vimos un gran número de personas disfrutando en la "Gran Poza Central". Nosotros colocamos un pasamanos por la izquierda e hicimos un rápel volado, excepto David, que nos sorprendió con un impecable salto de 12 m. También se puede hacer el rápel por la propia cascada.  
  
por el frescor del agua....
por la sensación de libertad....
por la liberación de adrenalina....
por las enseñanzas....
por la complicidad....

   En esta Poza Central dimos cuenta de los manjares que cada uno llevaba. El sitio es ideal para hacer un receso escuchando el murmullo de los caños cruzados. Nosotros, además de escuchar el murmullo estuvimos muy entretenido viendo como el personal se bañaba y como los instructores, de varias empresas de deportes de aventuras, daban las pertinentes instrucciones a sus clientes. 
   
por la afinidad....

   Lo más difícil del descenso había pasado, y eso se notaba en el cansancio que empezaba a hacer acto de presencia, pero todavía quedaban muchas sorpresas y rincones deslumbrantes. Y, por descontado, las ganas de disfrutar y de diversión estaban intactas.

por los selfies....

   Pasamos bajo un puente colgante del sendero que sube desde La Junta de los Ríos hasta la Fuente de las Cabrerizas, y más adelante pudimos contemplar otro puente, en su día también colgante, que la riada de septiembre de 2.007 dejó a un lado sin contemplaciones.

por sus maravillosas pozas....
por lo salvaje....

   No pudimos evitar echar mano del viejo truco de la "charla instructiva" para descansar un poco, momento en el que Juanlu aprovechó para contarnos, por enésima vez, el chiste de la jirafa. Un chiste muy "instructivo" e "imprescindible" en cualquier descenso de barranco que se precie. Jejeje.

por la guasa....

   Llegamos a una especie de pozo por donde el agua se cuela y desaparece. Un grupo bastante numeroso, penetraba uno a uno por el agujero. Nosotros no tuvimos espera, colocamos un apoyo en la parte derecha, subimos un par de metros y salvamos el desnivel rapelando.

por la concentración....
por sus saltos....

   Más adelante nos encontramos con un rápel muy guapo, empieza con un saliente y termina en volado sobre una cueva. Por el lado izquierdo hay una cascada muy bonita y saltable. El agua en esta poza se nota bastante más fría, el motivo es que en la cueva hay una surgencia.   

por sus sorpresas....
por sus chorreras....
 
  El último salto, bajo uno de los puentes colgantes, se asemeja al primero en dificultad, pero desde el lado derecho se puede saltar rebasando un enorme romero, por lo que hay que tomar carrera y un buen impulso para superarlo. Aprovechamos las últimas fuerzas que aún nos quedaban y saltamos hasta que nos hartamos. La guinda final a los saltos la puso David. Él fue el único que cruzo el puente colgante hacia el lado izquierdo, buscó un balcón a 14 m. y saltó pensándolo tan sólo una vez. Una lástima que las cámaras de fotos no pudieran captarlo, para la próxima vez estaremos más atento.

por poder contarlo....
 
   Seis horas después de haber empezado a descender el Barranco de las Chorreras, estábamos enjuagando los neoprenos en la Junta de los Ríos. Un lugar abierto donde el Barranco de la Topera acuna el nacimiento de Río Verde. Es el final del trayecto, es donde tomamos conciencia de la jornada y es, donde un poco más adelante, nos esperaba Antonio con su Land Rover dispuestísimo a sacarnos del barranco de la Topera y de cualquier otro que se cruzase en nuestro camino. Eso sí, previo pago, que entraba en el paquete, de 5 euros por el peaje del "bicho" y  3 euros por persona. El carril es privado y perteneciente a la  Cooperativa de las Cázulas.
   Al llegar al aparcamiento, donde dejamos los coches, no pudimos resistirnos al último capricho del día antes de volver pa' Morón; un buen bocadillo, entre el pecho y la espalda, acompañado de un refresco o una Alhambra  bien fría.

por los momentos inolvidables....

   Estoy terminando de cavilar, y no me cabe la menor duda de que existieron muchas más razones por las que sentirnos recompensado en este día, pero estas cuantas que he escrito, son las que me venían  bien para el pie de foto. Las repito por si se os ha  pasado leer alguna:
   Por las risas....por el ejercicio....por las vistas....por el compañerismo....por la alegría....por el rumor constante del agua....por la grata experiencia....por las indecisiones....por las decisiones....por sus encantos....por sus colores....por el riesgo....por sus limpias y cristalinas aguas....por su hechura....por las sorpresas....por la seguridad....por su riqueza paisajística....por el atrevimiento....por la confianza....por la camaradería....por la diversión....por el frescor del agua....por la sensación de libertad....por la liberación de adrenalina....por las enseñanzas....por la complicidad....por la afición....por los selfies....por sus maravillosas pozas....por lo salvaje....por la guasa....por la concentración....por sus saltos....por sus sorpresas....por sus chorreras....por poder contarlo....por los momentos inolvidables, y.....
     
por un final feliz.

Yo me sentí recompensado desde que puse el primer pie en el agua y el primer pie de foto,

¿Qué estimáis vosotros? ¿Mereció la pena?

Fin.

No hay comentarios:

Publicar un comentario