domingo, 23 de julio de 2017

BARRANCO DE ZARZALONES; misterios por resolver.

   Es cierto que el kilómetro que anduvimos, por su cauce, se conoce con el nombre de "Barranco de Zarzalones Inferior", pero la pura verdad es que debería llamarse "Barranco de Río Grande", que suena a película de baqueros y le sube mucho el caché, cosa que se merece. Yo, desde este momento y en lo sucesivo, así le llamaré.
   Lo que sí es cierto, es que; el barranco de Zarzalones o Zarzalones Alto (que no hicimos), recoge las aguas de la zona oriental en la Sierra del Pinar, cuando llueve, y termina donde hoy empezamos nuestra aventura, es decir, en el Circo de Zarzalones, donde se encuentra el Sifón o Surgencia de Zarzalones, nacimiento de Río Grande (principal afluente del Río Guadalhorse).

Último rápel del Barranco de Zarzalones Alto (el que no hicimos), con 40 m. de caída y la mayor parte en volando.  



  El Barranco de Río Grande, se encuentra en un entorno natural sorprendente y de gran valor ecológico. Dista unos... cinco kilómetros (que parecen 25, a la ida), por pista forestal y caminos a medio cementar, del serrano pueblo de la Yunquera (Málaga). Es muy disfrutón, ideal para iniciarse, y tiene agua fría y cristalina, todo el año. ¿Se puede pedir más?
   Nosotros, para llegar al inicio, nos desviamos por la calle "Camino de Los Árbolitos" (La Yunquera) en dirección al polideportivo municipal. Después seguimos hacia la Ermita de Porticate y, antes de llegar, tomamos a la izquierda por el "Camino de la Fábrica", terminando nuestro recorrido en coche, en la Fabrica de Luz de San Pascual, principio de nuestro itinerario a pie, y final de nuestra vía acuática.

Los cinco integrantes del grupo, ávidos de aventuras, y con ganas de pasarlo bien son, de izq. a dech.: Nora, Ernesto, un servidor, Juanlu y J. Ahumada.
Fachada de la "Fábrica de Luz de San Pascual".
Entorno de la centra hidroeléctrica.
Interior de San Pascual, tan limpia que se puede comer en el suelo.
   
   Comenzamos rodeando la Fábrica de la Luz de San Pascua por la derecha, y tomando por detrás de esta, una larga y empinada escalera de más de doscientos peldaños. Los subimos sin decir ni "pío", entre otras cosas, porque nos faltaba el aliento, y como nadie se paraba por delante, la hicimos del tirón, terminando con la musculación de las piernas bastante encogida. El calentamiento fue brutal pero efectivo.

Yo utilicé el "viejo truco de sacar la foto" para hacer una pausa en la subida. Jejej
Balsa superior desde donde se precipita el agua por la tubería a la central.
 
    Hemos ascendido cien metros de altitud hasta la balsa. La rodeamos por su parte derecha siguiendo una senda bien marcada que, claramente, se dirige al Circo de Zarzalones, el cual vemos a lo lejos. 
   A medida que nos vamos acercando, el gimoteo del recién nacido, Río Grande, se hace notar, y en menos de veinte minutos estamos en la presa de derivación colocándonos los neoprenos para entrar en faena.   

Primeros preparativos.
 
   Muy cerca de la presa, bien resguardada por adelfas, lentiscos e higueras, se encuentra la cueva de Zarzalones. En su interior alberga un "sifón sin fin". Actualmente se han explorado dos kilómetros de galerías sumergidas, llegando a los noventa y dos metros de profundidad sin alcanzar su final. También se ha descubierto, en su interior, una galería aérea con restos cerámicos del neolítico.
   En al año 2.013 fue objeto de dos programas de "Al filo de lo imposible" de TVE. (aquí se pueden ver).
   Las primeras exploraciones datan del año 1.978, y a día de hoy, ni si quiera "Al filo de lo imposible" ha podido saber de donde provienen sus aguas. Sus medidas le sitúan entre los cuatro sifones más profundo de España, y el primero de Andalucía. 

Pasando la presa y girando a la derecha, podemos llegar fácilmente al nacimiento de Río Verde.
Cueva de Zarzalones.
Paredes del interior de la cueva.

   Nada más nacer, Río Grande se topa con su primer obstáculo. Se trata de una pequeña presa que él salva sin dificultad y nosotros también. Es el primer rápel, tiene ocho metros y lo hacemos por el muro de la presa. Es ideal para tomar un primer contacto con la técnica del rápel, refrescar la memoria y afianzar conocimientos.

Ahumada bajando, en último lugar, el muro de la presa.

   Ya en su lecho, entramos en un mundo, sorprendente, único, mágico y sin igual. Una joya escondida y reservada a los que estén dispuestos a indagar en lo más profundo de su geografía. Su frondoso bosque en galería nos llevará a la sombra casi todo el tiempo. El fondo del río está compuesto, principalmente, de piedras redondeadas y resvaladizas, por lo que es muy aconsejable llevar botas con la suela poco gastadas y guantes. 

Agua limpia y cristalina procedente de las entrañas de la tierra.
Primera charca. Comienza la diversión......
 
   Este barranco tiene tres zonas claramente identificable; la primera es muy divertida, en ella encontramos pozas encajonadas con saltos de tres o cuatro metros, pequeños toboganes, cascadas masajeantes, etc, etc, etc. La segunda zona es donde están los dos rápeles que hay que bajar. Y la tercera zona es para volver a la calma. En ella escuchamos el discurrir del río bajo un bosque en galería con rincones sorprendentes que no tiene precio. 
   Nosotros, en esta primera zona, nos explayamos todo lo que pudimos y más, como podréis ver en las fotos.


















 
   Y llegamos al primer rápel.
   De la dos reuniones que hay, tomamos la del lado izquierdo que dividimos en dos tramos; el primero de 24 m. muy inclinado, y el  segundo de 5 m. volado que cae a una poza un tanto incómoda. Hubo a quien le costó trabajo salir de ella. ¿Verdad, Nora? No la infravaloréis porque tiene "su aquel". La poza, digo.
 
Juanlu rapelando el primer tramo.
Vista desde la mediación del rápel
Nora, sobrada de facultades, posa ante la cámara.
Ernesto superando el rápel volado de 5 m.
Juanlu y Ahumada, en el segundo tramo.
 
   Cuando terminamos todos de bajar, no había forma de recuperar la cuerda, así que Juanlu tuvo que subir y revisar el nudo que empleó Ahumada. Al parecer los seguros están, casi, en horizontal y la excesiva fricción de la cuerda, sumado al voluminoso nudo que hizo Ahumada, impedían que la cuerda corriera por mucho que tirábamos de ella. Seguro que a más de uno le ha ocurrido lo mismo. Solucionó Juanlu el problema, recuperamos la cuerda..... y a seguir.
   Anduvimos un poco y llegamos al último rápel. Las vistas desde aquí son alucinantes. Un frondoso bosque cubre los márgenes de río y el propio río. Al final del rápel, aparece una piscina natural paradisiaca. Es el mundo perfecto para los amantes del medio acuático. Aunque también diré que hay mosquitos que parecen drones,
   Este rápel, un poco más inclinado que el anterior, tiene unos 17 m., que nosotros descendimos al modo clásico sin mayor dificultad, deseosos de llegar al precioso estanque. En él nadamos, chapoteamos, nos relajamos, buceamos, flotamos mirando el cielo y al suelo, y es que presentíamos que el final estaba  muy cerca.

Al lugar creo que le llaman "Charco Verde" ¿Por qué será?
Es bonito por naturaleza.

   La zona final del barranco, tercera y última parte, es un paseo para aclimatarnos al mundanal ruido. Es muy sombrío, parece una selva tropical y tiene rincones de especial belleza. Merece mucho la pena recrearse, sin prisas, en estos últimos metros del barranco. 

Un regalo para los sentidos.

   Nosotros nos entretuvimos de lo lindo, en este tramo y en los dos anteriores.... Empleamos cuatro horas para hacer el kilómetro que mide, en su totalidad, el barranco. Nos empapamos  hasta la saciedad del recién nacido Río Grande. Daba la sensación de haber estado en otro mundo, de haber explorando nuevos territorios y de haber conquistando tierras lejanas, pero un sofocante calor nos golpeó sin miramientos al salir del agua en la central de San Pascual. Daban ganas de volver al río y no salir de él en una semana, que fue el tiempo que duró la ola de calor que padecimos desde este 12 de julio en adelante. En esa semana se alcanzaron temperaturas nunca vistas en España, concretamente cuando llegamos a Morón el mercurio alcanzaba los 46º C. a las siete de la tarde. No nos podíamos creer que horas antes habíamos estado "pasando frío" al aire libre, mejor dicho, al agua libre.
   Pero antes de llegar a Morón, había que resolver el último interrogante de la ruta; todos nos preguntamos si a las cuatro de la tarde algún alma caritativa se compadecería de nosotros y nos pondría algo de comer. Ya se sabe que el agua da mucho apetito, y nosotros teníamos todo el del mundo. ¿Dónde matábamos el hambre? Para nuestra fortuna, el enigma se resolvió favorablemente, y a las 4:30 h. fuimos felices y comimos perdices. Desde aquí quiero agradecer al dueño del restaurante Miguelín y Miguel de la Yunquera su amabilidad para con nosotros. Le prometí volver lo antes posible.

No fueron perdices, fue porra antequerana.....y nos supo a gloria bendita.
 
El enigma del almuerzo y el de la cuerda atascada se resolvió, 
pero no sabemos 
por qué este barranco se llama Zarzalones Inferior si está en el comienzo de Río Grande, 
no sabemos 
la profundidad del sifón, 
no sabemos 
de dónde proviene el agua,
no sabemos
por dónde entraron nuestros antepasados a la galería aérea dentro del sifón,
no sabemos
por qué, en estos tiempos, se baten récord de temperaturas en España,
no sabemos
por qué llevé sandalias en vez de botas y
no sabemos
por qué nos gusta tanto la naturaleza......

Lo que sí sabemos.... es que volveremos lo antes posible.




Fin
  
    

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